domingo, 5 de septiembre de 2010

Con un puñal practicaré

Los domingos ya no tengo resaca, en vez de eso me quiero despertar temprano para aprovechar el día; desayunar con Jane, dar un paseo, ir a la playa para apurar los últimos días de sol... son placeres dominicales a los que me he aficionado fácilmente. Cuando trabaje, otro gallo cantará.
Mañana empieza mi misión en las calles (no, no voy a trabajar en la prostitución aunque he meditado sobre ello) tengo ganas de ver cómo está el patio. No tengo nada que perder ya. A veces me siento como alguien que ha tenido una vida y al día siguiente tiene otra completamente distinta y tiene que acarrear con las consecuencias de las dos. Eso sí, yo soy muy consecuente con las decisiones que tomo. Es lo malo.
Estos días me estoy dedicando a descansar psíquica y físicamente, a recolectar energías, a llenarme de esperanzas y nuevas ilusiones, a cuidarme un poquitico y a quererme un mínimo. Estoy un poco perdida, lo confieso, a veces me quedo suspendida en el hilo de una conversación, pero sé que tengo dos puertas abiertas a través de las cuales entra algo de luz y eso me hace volver al suelo, a pegar los pies en él.