jueves, 9 de septiembre de 2010

Mad world

Anoche lloré mucho, muchísimo, porque tiene que salir por algún lado y ya no pienso destrozarme los nudillos contra las paredes, ni fumar, ni beber.
He amanecido medio rota, con el corazón hecho un trapo (sucio, por cierto) y he comprendido que todo en mi vida, hoy por hoy, es temporal. Mi situación económica, mi relación con Jane, todo... Puede que toda esta aventura andaluza esté llegando a su fin y eso me entristece.
Joder, qué mal lo estoy pasando. Qué mal me sienta pensar que voy a tener que volverme a casa con el rabo entre las piernas porque me he quedado sola y sin un puto céntimo. Qué terrible me parece tener que separarme de la persona que quiero...
Salgo a la calle, todavía hace calor pero yo tengo que andar y pelearme con el asfalto para ganarme un hueco y ser un poco menos inmigrante en mi propio país. Dejo currículums en cualquier sitio; ya no me importa no tener experiencia, tampoco la tenía antes y la adquirí. Intento que no sean mujeres las que lo recepcionan porque sé que no puede llegar a donde debería; he visto cómo los guardaban y luego los hacían trizas para acabar en la basura. Zorras.
Camino y camino con la música a tope para que el mundo no me hable, estoy hasta el coño de él. Pienso en no emocionarme demasiado, en no creérmelo ni aferrarme tanto a mi pareja, porque hoy estoy aquí pero mañana todo puede cambiar como lo hizo ayer, aunque ahora mismo ella sea una razón de peso para no tirar la toalla.
Ya no me queda nada y lo peor es que caigo en la cuenta de que no soy ni he sido nada, como mucho un número más. Las calles me parecen diferentes, aunque son las mismas, y esas aceras que me han visto pasear estúpidamente feliz, hoy son testigo de mi desesperación.
Me he puesto una fecha para acabar la batalla.
Sigo esperando ganar...