viernes, 8 de octubre de 2010

ATIS TIRMA (A tí, tierra)

El otro día fui a comprar comida basura porque me apetecía darme un pequeño atracón de chocolates y chucherías, antes de empezar a cuidarme pordentroparaquesenoteporfuera (lo de sanar el espíritu está en proceso), y en una estantería de la tienda, medio destartalada, encontré un tesoro. Nada más y nada menos que un paquete de chocolatinas TIRMA.
Así que hoy voy a dedicar un espacio a los más resaltados productos autóctonos de mi tierra guanche tierra bonita bendita seas.

Estas deliciosas ambrosías (con tilde en la í) han estado y están presentes, o deberían, en las mochilas de todos los niños canarios que han salido de excursión con el colegio. También las hemos llevado a la playa, a Las Mesas, al concurso de murgas, a la gira de San Bartolo y se han ido reponiendo durante años en la despensa de mi tía Juana, que me daba una cuando abría la puerta para irme a mi casa. Elaboradas en las Islas Canarias y bajo un nombre que, en lengua guanche, significaba Tierra, las chocolatinas TIRMA forman parte de ese oasis del que disfruto siempre que arrivo a casa y merezco un premio.


El Clipper es el refresco por antonomasia en el archipiélago canario; protagonista envasado en cristal de todos los cumpleaños y celebraciones de índole familiar varias. El compañero ideal del bocadillo de chorizo de Teror, después de visitar a Nuestra Señora del Pino (Pinito pá los amigos), para reponer fuerzas gastadas en la caminata. También presente en los asaderos, es el artífice de que Fanta hiciera una versión fresa sólo para Canarias... (tenemos una hora menos, pero no menos papilas gustativas).
Más tarde descubriríamos la afición de hacernos cubatas y hasta calimotxos con él. Clipper forma parte del adn alimenticio en las costumbres de las islas y si ahí sigue después de tantos años es porque lo vale, aunque sólo nos lo bebamos nosotros.


Este producto de la izquierda es el Gofio, cereales triturados para los que, como dice mi paisano Manolo Vieira, sean castellano-parlantes-recalcitrantes. Es el producto que me dio este cuerpaso que tengo, básicamente, ya que los genes tuvieron poco que ver. Mi abuela me lo preparaba con leche y colacao en un biberón y me volvía a quedar dormida junto a ella, en mis primeros tiernos años de vida.
Con él se pueden hacer postres, se puede añadir a los potajes, echar una cucharadita al café con leche, a la leche sola o hacer pellitas para acompañar al Sancocho. Yo lo tengo como artículo de lujo, de esos que se usan de cuando en cuando, porque el exceso pasa factura y yo ya tengo una edad aunque no lo parezca, pero reconozco que todavía lo saboreo y lo encuentro delicioso cada vez que vuelvo a tomarlo. Puedo decir que el Gofio es el alimento base de mi infancia y la estructura de mi configuración ósea.

Y por último, aunque sé que me dejo muchos más en el camino, creo que éste es el producto rey (con permiso del plátano) de mi tierra. La rica salsa canaria, como la presentaba Caco Senante, se llama Mojo Picón. Con unas Papitas Arrugás, con carne, con pescado, el Mojo Picón pega con todo; eso sí, no todo el mundo lo aguanta. Para mí el mejor es el casero, aunque todavía no he logrado cogerle el "puntillo", y cuando nos reunimos en familia, mis tías hacen varias versiones y yo, que tengo la boca pequeñita, voy catando de plato en plato. El Mojo Picón es la cosa nuestra, el sabor inconfundible que nos hace gastronómicamente inconfundibles, el gusto picante y caliente de la tierra de donde yo tengo la suerte de proceder.