viernes, 4 de mayo de 2012

Afuera en las calles ya empieza a arder el sol; amenaza asomándose como un voyeur por los agujeritos de la persiana. En mi habitación aún reina la luna, la que yo me he inventado, porque tampoco hoy saldré de aquí hasta que sepa cómo poner un pie tras otro y formular los pasos para ir más allá del cuarto de baño. Tanto cuerpo para nada. No importa... Me desprenderé de él poco a poco, como cuando llega el verano nos vamos desprendiendo del abrigo. Como una serpiente mudando la piel, lenta y despreocupada, inmersa en la sensualidad necesaria del movimiento y la motivación. En el fondo, estoy haciendo eso; encerrándome para renacer, para darme a luz a mi misma, renegando de cualquier cordón umbilical que se preste a ayudarme en la gestación. Se puede crear tras la destrucción, la destrucción es creación en sí misma. Estoy sola y me doy asco a ratos. A ratos me doy pena. A ratos dudaría de todo y lo haría todo de nuevo. A ratos me mataría a puñetazos contra el espejo.